1. Misión en París, de Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara.
Es medianoche. Íñigo Balboa, que forma parte de los Correos Reales del rey católico, aguarda expectante la llegada del capitán Alatriste, de Francisco de Quevedo y de Sebastián Copons a París, donde se encuentra para entregar unos despachos al conde de Guadalmedina. Hace casi un año que no se reúnen, cuando acabó la arriesgada encomienda que tuvieron que afrontar en Venecia. Son tiempos complejos para Francia: desde hace unos meses, los hugonotes de La Rochela, con apoyo inglés, están viviendo un duro asedio por parte de las fuerzas francesas a las órdenes del cardenal Richelieu. Por mediación de Quevedo, Alatriste y sus amigos se ven envueltos en una peligrosa misión secreta ideada por el conde-duque de Olivares. Esta vez el objetivo es de tal magnitud, que la aventura a la que se enfrentan podría cambiar para siempre el curso de los acontecimientos.
2. Noche
negra, de Pilar Quintana. Alfaguara.
Rosa decide dejar su vida cómoda en la ciudad para irse con Gene, su pareja de origen irlandés, a construir con sus propias manos una casa en la selva a orillas del mar. Cuando él tiene que irse unos días, ella queda sola en aquel paraje que aún le resulta indescifrable.
Durante ese tiempo, a medida que la luna mengua y las noches se oscurecen,
Rosa se enfrenta a las amenazas de la ingobernable naturaleza que la rodea y
también a los otros, los vecinos del lugar que la saben sola. Su pasado, además,
no deja de acecharla, y su soledad se hace cada vez más profunda y definitiva.
3. Gracias.
Cincuenta años después, de Carme Riera. Alfaguara.
Gracias es un texto delicioso y excepcional, una suerte de memorias literarias en las que Carme Riera desvela las motivaciones que han alumbrado durante medio siglo su labor como escritora. Un libro profundamente personal que nos abre a los lectores una ventana al oficio de escribir, con sus luces, sí, pero también con sombras.
Con la sensibilidad que la caracteriza, la autora comparte algunos momentos
íntimos, como el de aquel ya lejano 23 de abril de 1975 en el que la joven
tímida que acababa de publicar el libro de relatos Te dejo, amor, en prenda el
mar, solo firmó un ejemplar en la feria de Sant Jordi, y que tal vez por su
excepcionalidad, recuerda con todo detalle. O la tristeza que sintió, años más
tarde, mientras se hallaba inmersa en la historia de En el último azul, cuando
comprendió que sus personajes estaban abocados a morir en la hoguera. Nos habla
también de cómo su amor por la pintura y la correspondencia ha influido en su
escritura, hasta convertirse en parte inseparable de su voz narradora. Y nos
invita a reflexionar sobre lo que significa vivir inmersa en la literatura no
solo como escritora, sino también como profesora.
4. El principio del mundo, de Jeremías Gamboa. Alfaguara.
Un hombre de treinta y tres años regresa a su país, el Perú, sintiéndose un
náufrago: no tiene pareja, amigos, capital ni trabajo, y tampoco la menor idea
de hacia dónde dirigir su vida; solo ha atinado a refugiarse en casa de su
madre en el barrio de su infancia, de donde salió años antes jurando que jamás
volvería.
El retorno supone un viaje a las luces y sombras de la memoria. Así, la aparición de un amigo del pasado, y con él la profesora que les enseñó a leer y escribir, produce un torbellino de revelaciones dolorosas que irá desatando su nudo interior: los fantasmas del origen, el terror del país en el que creció, la experiencia de la precariedad en la escuela pública, y más allá, los padecimientos de la vida rural andina y el descubrimiento de las brechas sociales y raciales.
El principio del mundo es un tratado adolorido de la memoria personal y familiar, una brutal radiografía del siglo XX peruano, pero también un tributo conmovedor a la tarea crucial de los maestros y una carta rabiosa y desesperada de amor a la madre. Con esta obra ambiciosa y compleja, Jeremías Gamboa expande su universo personal y rinde un homenaje de excepción a la novela latinoamericana como instrumento para nombrar la realidad.
5. El
viaje de mi padre, de Julio Llamazares. Alfaguara.
Como sucede siempre, cuando mi padre me contaba esas historias yo no le
hacía mucho caso y ahora me arrepiento de ello. Mi padre murió pronto y sus
recuerdos quedaron en ese limbo de la memoria en el que se desvanecen las vidas
de los que nos precedieron y a los que no escuchamos cuando estaban vivos.
Luego nos arrepentimos de ello y, como yo ahora, tratamos de reconstruir sus
pequeñas historias con los retazos de lo que se quedó en el aire y aún
alcanzamos a recordar.
En honor de su padre y de sus compañeros, pero también por recorrer un territorio, el que atraviesa la espina dorsal de la península ibérica, que sintetiza como muy pocos su esencia, el autor ha repetido su viaje y lo ha hecho en los mismos meses del año en los que lo hicieron ellos para intentar sentir lo que ellos sintieron siquiera sea referido al clima. Por el camino se encontró con personajes que mantienen vivo el recuerdo de aquel invierno terrible, el peor del siglo XX, y de una primavera y un verano calurosos junto al mar, y con algunas de las historias que su padre le contó y que los paisajes conservan aun flotando como una pátina sobre ellos, «pues la historia permanece en los lugares en los que sucedió como las palabras sobre la memoria».
6. El
señor Fox, de Joyce Carol Oates. Alfaguara.
Francis Fox es un encantador profesor de inglés recién llegado a la idílica
y exclusiva Academia Langhorne. Capaz de seducir con su carisma a casi todo el
mundo, el profesor Fox también despierta la intriga de muchos sobre sus
enigmáticos orígenes. Cuando dos hermanos descubren el coche de Fox medio
sumergido en un estanque y partes de un cuerpo sin identificar esparcidas por
los bosques cercanos, toda la comunidad empieza a hacerse preguntas
inquietantes sobre su verdadera identidad.
Una vertiginosa historia de crimen y complicidad, venganza y justicia, en la que Oates también ilumina los rincones más oscuros de la psique humana y plantea profundas cuestiones morales sobre las respuestas que exige el mal.
Francis Fox, un personaje tan magnéticamente diabólico como el Tom Ripley de Highsmith y el Humbert Humbert de Nabokov, hechiza y manipula a casi todos los que le rodean, hasta que por fin conoce a alguien a quien no puede engañar. Escrita con el característico estilo intimista y arrollador de Oates, El señor Fox es un triunfo de artesanía literaria y arte, una novela tan profunda como propulsiva, tan conmovedora como llena de misterio.
7. El nombre del padre, de Vanessa Springora. Lumen.
En medio de la promoción de su primera novela, El consentimiento, que
provocó un seísmo social y literario, Vanessa Springora recibe una llamada de
la policía para que acuda a identificar el cuerpo sin vida de su padre, un
hombre fabulador y misántropo que había terminado por convertirse en un extraño
para ella. Pero al vaciar su casa, algo llama su atención: dos fotos antiguas
de su abuelo paterno en las que exhibe la esvástica. Un descubrimiento que echa
por tierra la versión del querido abuelo checo, Josef, reclutado a la fuerza
por el ejército nazi, desertor en Francia, colaborador de los estadounidenses
durante la liberación y «refugiado privilegiado» como disidente del régimen
comunista.
Comienza así una obsesiva búsqueda para saber quién era en realidad ese hombre que le dio su apellido y cómo pudo o no «consentir» la barbarie. A lo largo de dos años, Vanessa rastreará documentos familiares, archivos checos, alemanes y franceses, y se reunirá con testigos para tratar de recomponer un itinerario verosímil. Pero siempre faltan piezas.
Alternando ficción, investigación, diario de viaje y leyendas familiares, y
con Kafka, Gombrowicz, Zweig o Kundera en mente, Springora se zambulle en la
historia del siglo XX para reflexionar sobre la naturaleza implacable del
linaje y el poder devastador de lo que ha sido silenciado.
8. El cielo está vacío, de
Sara Jaramillo. Lumen.
La protagonista de esta historia recibe un mail inesperado de un antiguo
amante que despierta en ella el recuerdo de un episodio pasado: siendo muy
joven, dejó durante un tiempo el hogar familiar en medio de la naturaleza
colombiana para marcharse a Londres y probar suerte lejos de su país. Allí
entabla una ambigua relación con un inglés que le dobla la edad. Pronto el amor
y el deseo quedarán atravesados por una dependencia mutua, perturbadora y
asimétrica que terminará marcándolos a ambos.
El cielo está vacío es una historia iniciática sobre el despertar sexual, sobre encender el fuego en una sociedad que se empeña en apagarlo, sobre sentirse invisible y fuera de lugar, sobre cómo llegamos a convertirnos en quienes realmente somos y las cosas a las que tenemos que renunciar para lograrlo. La novela indaga en la pérdida de la juventud, la soledad, la incapacidad de comunicarse, las dificultades de los inmigrantes, el chantaje sexual y la eterna búsqueda de la figura del padre y del amor como arma que puede enaltecer al ser humano y al mismo tiempo destrozarlo.
9. Fosca, de Inma Pelegrín.
Lumen. Premio Lumen de novela 2025.
Los grillos se han callado de golpe y Gabi se despierta con un vacío en el estómago. Sus padres se han ido y sabe que algo está a punto de ocurrir. Los días anteriores en el campo los ha pasado como siempre: ayudando con el grano, perdiéndose bajo los calistros con su perra Sombra y soportando las bromas crueles de sus hermanos mayores. Se ríen de él porque es diferente: conoce los secretos de las plantas, unos guantes cubren las verrugas de sus manos y una extraña condición le impide reconocer las caras.
Esta noche un crimen cambiará su vida para siempre. Aunque no consigue identificar al culpable, sabe que solo puede ser obra de alguien cercano. Mientras avanza la fosca, esa densa tolvanera que recorre las ramblas y cubre todo de calima, incluso las certezas, Gabi intenta sacar la verdad a la luz y vengarse.
El debut narrativo de Inma Pelegrín, ganadora de cinco premios de poesía, es un impactante thriller rural y una «antinovela de iniciación con ecos que van de Ana María Matute a Jesús Carrasco. Se lee con los sentidos y el corazón» (del acta del Jurado del Premio Lumen de novela).









 
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