Rosa Ribas (El Prat del Llobregat, Barcelona, 1963)
es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, y ha sido
lectora de español en la Universidad Goethe y colaboradora del Instituto
Cervantes en Frankfurt.
Es autora de las novelas El pintor de Flandes, La
detective miope, Miss Fifty, Pensión Leonardo, La luna en las minas, de la
serie policiaca protagonizada por Cornelia Weber-Tejedor, y, junto con Sabine
Hofmann, de la Trilogía de los años oscuros (Siruela), traducida con gran éxito
a distintos idiomas.
En 2022 publicó Lejos, una extraordinaria novela situada
en una urbanización a medio acabar.
Con Un asunto demasiado familiar (2019) y
Los buenos hijos (2021) inició la adictiva serie protagonizada por Hernández
Detectives, que obtuvo un resonante éxito entre crítica y lectores, y que ahora
culmina con Nuestros muertos.
Sinopsis:
Han pasado varios años desde que los Hernández,
detectives en el barrio de Sant Andreu, tuvieron que cerrar su agencia. El
mundo ha cambiado y la familia se ha disgregado: Mateo, el padre, trabaja en
unas oficinas en la parte alta de Barcelona; Amalia, en una empresa
especializada en seguridad, y Nora, que siempre quiso llevar una vida
tranquila, da clases en una academia nocturna. Aunque no lo reconozcan, han
compartido muchos casos en el pasado, algunos muertos y, por más que quieran
evitarla, alguna cuenta pendiente, que Lola, la matriarca, les recuerda.
También para que irremediablemente vuelvan a reunirse, y actúen juntos.
¿Abrirán de nuevo la agencia? Nuestros muertos es la esperada y brillantísima continuación
de Un asunto demasiado familiar y Los buenos hijos, una serie policiaca que
cuenta además la historia de una familia disfuncional. Secretos que se callan,
la convivencia con algunas enfermedades mentales, y sobre todo la inteligencia
para resolver asuntos muy actuales, se entremezclan en una parte muy
reconocible de la Barcelona de nuestros días.
Opinión:
Si hay una familia de detectives a la que sigo y adoro son la familia Hernández. Me los presentó Rosa Ribas en el Café Versalles del barcelonés barrio de Sant Andreu tratando
Un asunto demasiado familiar.
Allí observé la peculiaridad de esta familia, del padre y director de la agencia, Mateo y su mujer Lola, una señora con problemas psicológicos pero con un sexto sentido casi mágico para resolver los casos más agudos. Me hablaron también de la tía Claudia y me presentaron al cuarteto de Versalles, cuatro abueletes que son la parroquia habitual del mítico bar.
Después de la breve cita Rosa Ribas me acompañó a la sede de la Agencia de Detectives Hernández, un local humilde, como lo es el barrio y la familia. Allí me presentó a
Los buenos hijos, el resto de la plantilla sus hijos Marc y Amalia. También andaba por ahí Nora, su otra hija y Ayala, uno de los colaboradores habituales.
Aunque no es real, cada vez que paseo por el barrio y me planto en el Versalles a tomar un vermut, me los imagino a todos, por eso esperaba ansioso una nueva entrega de Detectives Hernández.
|
Café Versalles |
Rosa Ribas acabó la segunda entrega empezando a mostrar su cara más despiadada y ha empezado esta tercera de una manera agridulce. Y me explico, tras la segunda entrega, la agencia tuvo que cerrar. Como al resto de mortales, el Covid, los sucesos anteriores y la situación económica hizo mella en la agencia y ahora cada uno de sus miembros se las apaña como puede en otros empleos, aunque de tanto en tanto Mateo sigue llevando algún caso.
Rosa Ribas sigue realizando un relato costumbrista de Barcelona y sus habitantes que sobreviven bajo la depresión colectiva fruto del desastroso y fallido procès independentista, de la pandemia y muy lejos de la ciudad ilusionada de los Juegos Olímpicos o del Fórum de Les Cultures. Sin embargo nos muestra como hay espacio para la esperanza.
La novela está formada por 76 capítulos cortos divididos en tres partes. Está escrita en tercera persona y cuenta con un
narrador omnisciente que nos da el punto de vista de todos los personajes.
Destaca, una vez más, la elegancia de la prosa de Ribas, aparentemente
sencilla, pero enérgica, huyendo de lo superfluo, sin exceso de adjetivos y con
un ritmo armónico y ágil, que va al grano de las situaciones.
Como decía, Mateo coge de tanto en tanto algún caso, aunque ahora trabaja para la agencia WHO, que era la competencia. Así llega a sus manos a través de Marta y Rafel, que tienen una empresa de transportes, la investigación de la desaparición de Armand Rocamora, un brillante joven de 33 años que dirige un gabinete que asesora a jóvenes emprendedores desde su propia empresa de marketing "Saint Andrew".
Una de las ideas brillantes de Rocamora es devolver la ilusión perdida a la ciudad, y organizar de nuevo una Exposición Universal, como las que se realizaron en la ciudad en 1888 y 1929, para crear oportunidades de inversión y devolver a la ciudad la imagen que se merece. Para ello se necesitarán muchos patrocinadores y colaboradores, y ahora Armand ha desaparecido.
No es un caso fácil, y menos para llevarlo el solo. Lola ya empieza a sospechar de que algo le pasa a Mateo, y sus hijos, que siempre lo están vigilando de alguna manera, también empiezan a ver que Mateo necesita ayuda.
Los acontecimientos que van a ir sucediendo pueden afectar a muchas personas, puede suponer perdidas millonarias y tirar la reputación de todos por el suelo al mínimo fallo. Quizá para los padres de Armand la verdad puede resultar impactante. Pero si algo caracteriza a los Hernández, es sin duda permanecer unidos cuando las cosas se vuelven difíciles. Incluso cuando la policía les investiga a ellos directamente.
Si, esta es una familia disfuncional, ¿Y qué? ¿Qué familia no lo es? ¿Dónde todo es perfecto? Pero lo importante es estar cuando se les necesita. Veremos si son capaces de superar las vicisitudes, las ausencias y si son capaces de reabrir la agencia.
Valoración: 8.5 / 10 Notable alto