1. TIM, de Ray Loriga. Alfaguara.
El narrador de esta
historia despierta en una cama que no reconoce en una habitación que no siente
propia. Está amaneciendo y no sabe dónde está, ni que le impide levantarse, le
cuesta abrir los ojos e identificar los ruidos y las voces que llegan desde el
exterior. En su duermevela, trata de engarzar un recuerdo con otro hasta
componer un mosaico en el que solo una constante parece anclarlo a la realidad:
la relación que le une a Elisa y Tim.
Con una prosa certera y afilada, TIM narra la vulnerabilidad de un ser al límite de su conciencia en combate consigo mismo y el mundo que le rodea. Como si de una metáfora de nuestro presente se tratara, el relato se construye y deconstruye una y otra vez hasta colocar al lector ante el abismo de lo verdadero y del concepto último de identidad.
2. Jotadé, de Santiago Díaz. Alfaguara.
Es una calurosa noche de julio en Madrid cuando dos hombres
son destripados y lanzados al vacío desde un puente de la M30 en lo que parece
un siniestro ajuste de cuentas entre clanes. Sus vísceras aterrizan sobre un
descapotable que termina hundiéndose en el Manzanares con sus ocupantes, tres
chicas que volvían de fiesta. Una de ellas fallece en el acto: es la hija
pequeña del comisario, quien exige a sus agentes respuestas rápidas y poco
ruido en los medios. Se trata de una orden casi imposible de cumplir por el
subinspector Jotadé Cortés, el único policía gitano de su comisaría y un
irreverente sin remedio que aborrece las jerarquías y acostumbra a saltarse las
normas. Pero todos saben que también posee una intuición por encima de la media
y que fue el hombre de confianza de la inspectora Indira Ramos en su último
caso. Leal a sus compañeros y respetado en la calle, Jotadé se encontrará en una
encrucijada que le obligará a volver a un pasado incómodo y a hacer lo
imposible para proteger lo más importante de su vida.
3. Cuéntamelo todo, de Elizabeth Strout. Alfaguara.
Es otoño en Maine y Bob
Burgess, el abogado del pueblo, está inmerso en la investigación de un
asesinato, mientras entabla una profunda amistad con la aclamada escritora Lucy
Barton, que vive calle abajo con su exmarido William. Juntos, Lucy y Bob salen
a pasear y hablan de sus vidas, de sus miedos y remordimientos, y de lo que
podría ser o haber sido. Lucy, por su parte, conoce por fin a la mítica Olive
Kitteridge, que ahora vive en una urbanización de jubilados a las afueras de la
ciudad. Pasan las tardes en el apartamento de Olive contándose historias sobre
personas que han conocido «vidas no registradas», las llama Olive y, de paso,
llenando de significado las suyas propias.
4. Todo empieza con la sangre, de Aixa de la Cruz. Alfaguara.
Violeta trata de aplacar
el vacío que arrastra desde que nació, un hueco inexplicable que intenta saciar
con el amor de otros. El amor arrollador y evanescente de Paul, alma gemela
pero también condena. El amor seguro y colonizador de Salma, rotunda, fuerte y
hermosa como la reina de un pueblo guerrero. El amor extraviado de un padre que
se alejó pronto y el de una madre que asfixia como solo puede asfixiar el lugar
del que una proviene. Violeta lleva una vida entera persiguiendo un ideal
romántico y, sin embargo, siempre hay algo que no está, que no tiene; siempre
hay algo nuevo listo para ser deseado.
Mientras tanto, los años pasan, el cuerpo duele, corre la sangre y el mundo entero se tambalea. ¿Podría ser la fe el único asidero cuando ya nada es suficiente? ¿Cómo se rompe un pacto de sangre? Aixa de la Cruz saca a la palestra con inteligencia e ironía las grandes preguntas de su generación y firma una novela prodigiosa que la confirma como «una gran narradora que además es una gran pensadora» (Javier Rodríguez Marcos, El País).
5. Ama de casa, de Maria Roig. Lumen.
Una niña de nueve años
espera ilusionada el momento más importante de su vida: su comunión. Tal vez
entonces todo cambiará. Al barrio barcelonés del Carmelo, donde vive, llegará
el metro. Desaparecerán las incómodas obras que han llenado de agujeros las
calles. En su casa, es posible que pueda cerrarse la grieta que separa a sus
padres desde hace tiempo, provocada por los problemas económicos y el desamor.
Y será un día en el que ella, por fin, pueda ser la protagonista. Sin embargo,
unos meses antes, en enero de 2005, todo a su alrededor se viene abajo. Una
muerte y un abandono dejan a esa niña y a su madre a la intemperie en el
instante en que se abre un socavón que engulle parte del barrio y cambia para
siempre la historia del Carmelo.
Tejiendo la realidad con la ficción, Maria Roig nos ofrece un emocionante relato que es al tiempo personal y colectivo, íntimo y político.
6. Los niños de altamar, de Virginia Tangvald. Lumen.
Virginia no conoció a su
padre, Peter Tangvald, más que por los libros que él publicó y los reportajes
que protagonizó. El legendario aventurero noruego pasó su vida surcando océanos
a bordo del velero que construyó, desafiando los elementos y las convenciones.
Casado siete veces, perdió a dos de sus esposas en misteriosas circunstancias,
antes de naufragar con su hija Carmen, de ocho años, en las Antillas en 1991.
Único superviviente de la tragedia, su hijo Thomas adoptó el mismo estilo de
vida errante hasta desaparecer a su vez en el mar sin dejar rastro. La autora
también nació a bordo de aquel barco, sin recuerdos de ese padre, carismático y
peligroso, del que su madre Florence, la séptima esposa, huyó cuando Virginia
era apenas un bebé. Obsesionada por descubrir quién era en verdad, inicia una
investigación para tratar de reunir todas las piezas de una historia de
libertad sin límites. Sin embargo, a medida que se acumulan las revelaciones y
las muertes, descubre que su padre no es ese héroe al que había idealizado.
7. Furor botánico, de Laura Agustí. Lumen.
Cansada de la estresante
vida de la ciudad, Laura decide trasladarse con su pareja a una casa en Nevà,
un pequeño pueblo de los Pirineos. La idea es pasar tres meses de prueba antes
de atreverse a dar el gran salto y, tal vez, mudarse de forma definitiva.
Pronto se reencontrará con todo un ecosistema muy familiar y que casi había olvidado: el de su infancia en la fría tierra de Teruel rodeada del lenguaje de las flores, los árboles y las plantas, así como el de toda una estirpe de mujeres comprometidas con el amor y el conocimiento de la naturaleza que le inocularon el «furor botánico». Su bisabuela Pilar, que curaba los desánimos con azafrán y la planta de San Juan; su abuela Carmen, con la que Laura recogía la aceituna; su madre, que sigue mandándole alcoholes para friegas, y su hermana Marina, que calma las rabietas de su hija con aceites esenciales.
Entre recuerdos entretejidos con espléndidas ilustraciones, paseos por los senderos de los bosques para recoger setas, proyectos para su nueva casa y consejos para ajardinar nuestras vidas, Laura nos descubre la exuberante bondad del universo de las plantas.
8. Notas desde el interior de la ballena, de Ave Barrera. Lumen.
La protagonista de esta
novela regresa a casa luego de mucho tiempo, para descubrir que su madre ya no
volvió en sí después de una cirugía. Ante la imposibilidad de una
reconciliación, ella deberá confrontar consigo misma los silencios que se
tejieron entre ambas y restaurar por medio de la escritura el vínculo
deteriorado por sus ausencias.
En este relato íntimo y conmovedor, compuesto por notas, estampas, memorias y citas, hay un profundo análisis de la compleja relación de una hija con su madre, el amor, los desencuentros y las tensiones que desbordan el lenguaje. Un auténtico viaje al interior de la ballena mítica que, como en el relato de Jonás, devora a la protagonista en su huida para llevarla a los abismos de la muerte, el duelo y el desasosiego, donde se pone de manifiesto que en ocasiones es necesario desobedecer los mandatos para elegir un camino distinto al establecido.
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