Las memorias en primera persona de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos.
«Mi padre siempre me aconsejó que no escribiera mis memorias. Los reyes no se confiesan. Y menos, públicamente. Sus secretos permanecen sepultados en la penumbra de los palacios. ¿Por qué le desobedezco hoy? ¿Por qué he cambiado de opinión? Porque siento que me roban mi historia». Esta obra, escrita en primera persona y cuya publicación es en sí un acontecimiento histórico, viene, en efecto, a reparar esa situación. Si Su Majestad ha decidido dar cuenta de su historia después de casi cuarenta años de reinado, es porque el traslado a Abu Dabi, parte de la opinión publicada y, por qué no, los propios errores han acabado por ensombrecer su trayectoria y sus aportaciones fundamentales al éxito de la democracia española.
Reconciliación relata en detalle la parte privada de una vida pública. Son unas memorias ricas en anécdotas que no eluden los episodios más significativos de nuestra historia reciente, pero tampoco las alegrías ni los malos momentos de su vida íntima y personal. Un recorrido que empieza en un país inmerso en una guerra cainita y con un joven Juan Carlos anclado a un destino que no le pertenece, pero que paso a paso, eludiendo mil complots y ganándose la confianza de unos y otros, acaba convirtiéndose en el actor principal de la transformación radical de España en el estado moderno y próspero que es hoy.
Escrita a corazón abierto y sin concesiones, la obra navega entre los dos exilios que marcan el principio y final de su vida —el obligado, en Estoril, y el voluntario, en Abu Dabi— y por ella transitan muchos de los protagonistas más destacados de la historia contemporánea. El monarca, en el crepúsculo de su vida y lejos de su familia, se dispone a hacer su última confesión. «No tengo derecho a llorar», dice. Pero tiene derecho a buscar su anhelada reconciliación con el país que tanto ama y añora.
Quizá sea uno de los libros más esperados del año.
En un momento en el que la credibilidad de la Corona no pasa por sus mejores épocas, en la que se ve salpicada de múltiples escándalos, su majestad Juan Carlos I, exiliado voluntariamente en Abu Dabi tras su abdicación, decide hablar alto y claro, desobedeciendo las palabras de su padre, don Juan de Borbón, que siempre le aconsejó que un rey no debía publicar sus memorias.
Estamos pues ante un libro que es en si un acontecimiento histórico y que intenta dar en primera persona, su versión para buscar su anhelada reconciliación con el país que tanto ama, que tanto añora y por el que tanto ha hecho y que ahora parece darle la espalda.
Con la colaboración de la periodista francesa Laurence Debray, el libro tiene una estructura impecable. Narrado en primera persona, el libro está dividido en capítulos, agrupados en 7 partes diferenciadas, con unos títulos sugerentes. Contiene además preámbulo, corolario, índice onomástico, árbol genealógico y múltiples fotografías, muchas de ellas de su colección personal.
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| Juan Carlos I y Laurence Debray en pleno proceso de escritura. Fotografía de Émile Servan-Schreiber incluida en el libro. |
Cuestionado por la ciudadanía por sus casos de posible corrupción, sus deslices amorosos y sus polémicas partidas de caza acompañado de supuestas parejas extramatrimoniales, Juan Carlos I cree que se le está juzgando por todos estos casos que son interpretaciones erróneas y falsas, y se le está obviando por todo el esfuerzo que ha realizado para transformar el país.
El Rey se muestra como una persona educada para servir al país, que devolvió la libertad al pueblo, una libertad de la que él no pudo disfrutar, según cuenta.
Se siente pues prisionero, resignado pero convencido de haber podido transformar España y garantizar la democracia, pero también dolido por los constantes ataques que ha recibido hacia su persona.
Delicado de salud pero con fortaleza mental, el Rey hace un repaso desde su más tierna infancia hasta la actualidad, sin obviar los episodios de su vida más tensos e históricos, como el accidente que causó la muerte de su hermano Alfonso, su coronación, el golpe de Estado del 23-F, su abdicación y otros más personales de su vida familiar.
El deporte y las relaciones internacionales han sido también muy importantes en la vida del rey.
Se le olvidan, otros asuntos peliagudos, que aunque admite parcialmente, no explica con nombres y apellidos, aunque la prensa rosa del país los haya nombrado entre sus páginas.
Juan Carlos I tiene palabras amables hacia el fascista General Franco, que le nombró sucesor de la Corona y con el que mantuvo una relación prácticamente filial, pero también hacia otras personas importantes en su vida, como lo fueron Adolfo Suárez o Torcuato Fernández Miranda.
En un intento de blanquear la monarquía, el rey se desvive por su familia y por la Corona. La importancia del apoyo de su padre, don Juan de Borbón, de su madre doña Mercedes, de su abuela Victoria Eugenia, de su mujer, la Reina Sofía, a la que él llama cariñosamente Sofi y por la que solo tiene palabras de adulación, así como de sus hijos y nietos. Juan Carlos I considera la familia como un vínculo importante.
Pero en estas memorias el rey también tiene palabras de reproche. Habla claro cuando se refiere al gobierno actual, a su hijo Felipe VI, del que cree que el peso de la corona le ha cambiado y que ha reducido la corona al rey y la reina, y de la reina Leticia, cuya entrada en la familia no ayudó a la cohesión familiar.
Haciendo uso de un discurso victimista, Juan Carlos I se declara como el único rey que no tiene casa propia o como el único español que no cobra pensión.
Reconciliación es un libro que atraerá a todos los españoles que quieran conocer mejor a Juan Carlos I, a republicanos y monárquicos, ya que sin duda es uno de los personajes más importantes en la historia actual de España.
No sé si Juan Carlos I conseguirá su objetivo con estas memorias, con las que no pretende molestar a su hijo, pero que en algunos momentos pueden ser hirientes, pero lo que es cierto, es que nos ha brindado un testimonio histórico excepcional.


Interesante, aunque yo no creo que lo lea, lo de Sofi y lo que le está haciendo a su hijo me parece de un cinismo y egoísmo brutal. Como testimonio no le quito mérito. Besos
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